La sistematización de experiencias a partir de relatos requiere ir más allá del registro o documentación de prácticas educativas, implica reflexionar sobre las experiencias asociadas con el acto de enseñar y los procesos de aprender, y registrar las memorias de aquellas historias no contadas referentes a los modos de pensar, hacer, sentir y convivir, así como considerar a los diversos sujetos involucrados en la escena (Messina, G. y Osorio, J. 2006, p.18).
Todos narramos constantemente lo que sucede en nuestras vidas, pero “narrar” de acuerdo con Brunner (2003) es un arte, requiere pensar, estructurar y organizar procesos tanto internos como externos con los cuales construimos la realidad social que vivimos. Este planteamiento nos invita a sistematizar las experiencias pedagógicas relatando los saberes individuales y colectivos que surgieron de las intenciones, motivaciones, ideas, creencias y sentimientos, así como los aspectos culturales o sociales que se entretejen en los procesos educativos que, sin duda, delinean e impulsan el actuar en los procesos de enseñanza aprendizaje.
La intención es dar espacio a aquellas historias impresas de saberes significativos con la aspiración de que éstas sirvan como referente para producir cambios educativos o transformaciones en las personas desde un sentido crítico.
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