La autoobservación es una manera de mirar hacia dentro. Asignamos significados a través de un proceso de interpretación, de comunicación con uno mismo y los transformamos a la luz de la situación en la que estamos ubicados y de la dirección de la acción que asumimos (Blumer, 1969 citado en Taylor y Bogdan, 1992, p.23). El campo educativo está impregnado de situaciones críticas y muchas veces inesperadas, en las que se experimenta la necesidad de replantear lo que conocemos. Ante lo inesperado, los docentes tienen una ventaja, son observadores participantes de los estudiantes, generalmente conocen sus intereses, capacidades, formas de interpretar el mundo, sus familias, su entorno.
A continuación, se muestra uno de los mensajes que escriben los estudiantes en el Blog de UNICEF dedicado a los niños y jóvenes: “La juventud opina”.
Daniela 13 años, El Salvador
"Me estresó (que suspendieran clases) porque no vería a mis compañeros y porque es más complicado entender cuando no tengo al maestro en frente. Hago tareas en línea, en la plataforma del colegio, leo libros que me gustan, hago manualidades y toco instrumentos musicales.”
Las familias también observan lo que los maestros hacen. En una circunstancia inusitada, probablemente muchas madres y padres de familia se dieron cuenta de aspectos del trabajo docente que desconocían y de los conocimientos y habilidades que se necesitan para trabajar en las aulas con sus hijos e hijas.
Ahora, te invitamos a analizar con tus colegas la situación en tu contexto: ¿qué expectativas observas en los estudiantes y en las madres y padres de familia sobre hacer una nueva escuela?, ¿identificas aquellos estudiantes que puedan estar en riesgo de abandono?, ¿reconoces en ellos actitudes resilientes?
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