Al interactuar con niños y jóvenes se aprecia su curiosidad y cómo suelen romper con respuestas preestablecidas; en el diálogo se aprende junto con ellos y puede aprovecharse la ocasión para hacerles preguntas orientadas a promover el pensamiento crítico, o mover su mirada hacia una interpretación del mundo desde otro ángulo. Según Freire el docente requiere hacer de la pregunta una práctica pues “para que él pueda enseñar, es necesario que él tenga que aprender” (Freire, 1986, p.54).
¿Cómo hacer preguntas que impulsen el pensamiento crítico?
Para que una pregunta propicie la criticidad debe llevar a nuevas interrogantes, superar el “no se puede”, “así son las cosas” o una descripción que se limita a decir lo que está pasando, sin mostrar alternativas. Si te preguntas: ¿qué puedo hacer para apoyar a la comunidad de mi escuela?, la respuesta abre posibilidades y lleva a otras preguntas: ¿qué pasa con los estudiantes ausentes?, ¿cómo acercarme a ellos?, ¿cómo impulsar su resiliencia? Para hacer estas preguntas se requiere saber:
qué se está preguntando;
de qué se está preguntando, y
a quién se está preguntando.
Se necesita mirar la pregunta, ver si va a incomodar u obligar al otro, si es capaz de mostrar opciones y mover hacia la transformación. (Adaptado de Heidegger, 1971, pp. 5-19).
Te invitamos a que formules preguntas que promuevan el pensamiento crítico y la reflexión; procura que sean breves, interesantes y abiertas; formúlalas a partir de los contextos de tus estudiantes y sus familias. Algunos ejemplos serían: ¿cuáles son las inquietudes de la comunidad en relación con la escuela?, ¿qué respuestas tentativas podrían formular?, ¿cuáles son los posibles escenarios para continuar el servicio educativo en su localidad?, ¿cuáles serán los hilos conductores para crear otras formas de hacer escuela?
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