La escritura nos ha acompañado desde siempre, en forma de escrituras en la arena, grabados en piedra, tejidos, fotografías y garabatos. Son muchos los escritores que han compartido su experiencia de escribir y en sus textos se aprecia la importancia que ha tenido en su vida. La escritura como experiencia singular permite entablar un diálogo con uno mismo y con los demás, enfrentar lo desconocido y valorar el estar vivo.
La poesía fue una manera de darme cuenta de lo que yo quería decir. Muchas veces te acercas al papel atraído por una necesidad oscura de decir algo, pero no sabes qué vas a decir. Eso se nota, por ejemplo, cuando uno quiere escribir un ensayo. Cuando uno va a escribir un poema, muchas veces no sabe qué va a decir. Sientes la necesidad, pero es una necesidad que no aciertas a definir claramente. En su lugar hay una suerte de páramo angustioso. Pero de pronto una chispa, una espiga, un chorro de agua, lo que sea, te lleva a decir ciertas cosas (Paz, 2005, p. 33)
[…]primero y principal, uno recuerda que está vivo y que eso es un privilegio, no un derecho. Una vez que nos han dado la vida, tenemos que ganárnosla. La vida nos favorece animándonos y pide recompensas. Segundo, escribir es una forma de supervivencia. Cualquier arte, cualquier trabajo bien hecho lo es. […] No escribir para muchos de nosotros, es morir (Bradbury, 2005, p. 10).
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