Espiral de indagacion

Si bien vivimos la pandemia de manera diferente, estuvo presente un dolor social generalizado. Asimismo, el cierre de las escuelas generó un déficit de socialización.

Ante el anuncio de que la tecnología sustituirá a la escuela, se reafirma que ningún mecanismo reemplaza el intercambio y la conversación entre pares, ni menos a la escuela como espacio seguro, donde se aprenden reglas y formas ordenadas y solidarias de convivencia.

Aunque la mayoría de los estudiantes sostuvo una comunicación continua, la desigualdad se manifestó en el acceso a la oferta educativa a distancia.  Para afirmar el principio de equidad, necesitamos no sólo reincorporar a quienes mantienen una comunicación débil o nula, sino atender el desánimo.  

Muchos aprendizajes tuvieron lugar, pero con rezagos significativos en lectura y pensamiento crítico.  El bienestar socioemocional, si bien es prioridad, necesita vincularse con el aprendizaje, que también da seguridad, placer y sentido.

La lectura y la escritura se encuentran bajo asedio, ya que gana más fuerza la cultura del video y del sonido, debilitando el hábito y el gusto por la lectura, movida por la curiosidad y por el interés por el mundo, que es también el interés por los otros.

Recordemos que la misión central e histórica de la escuela es dar acceso universal a la lengua escrita, como condición de ciudadanía, para aprovechar las oportunidades del mundo social, actuar y desenvolverse.

Aún más, si el reto es la formación de estudiantes lectores y pensadores, necesitamos un enfoque de diversidad.  

Escucha a Rodolfo Ramírez: https://www.youtube.com/watch?v=yKapJOWrtLg

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