Espiral de indagacion

Cuando la tecnología irrumpió, los hogares se convirtieron en aulas. La experiencia en la pantalla: “fue difícil, no me sentí acompañado, no me sentí, en cierta forma, respaldado por los profesores y compañeros” (Luis Angel).

 

Ante las dudas no tenía a quien preguntar: “es más fácil preguntarle a un maestro que te solucione las dudas, en físico”.

 

Al decir que no puede contar con sus abuelos, con quienes vive, “porque ellos no saben mucho del tema”, reafirma que la escuela, como espacio público, posibilita más aprendizajes.

 

¿A quién preguntar? “a mis maestros, a quienes les agradezco infinitamente por todo su trabajo, quienes se están esforzando muchísimo, pues sin ellos no se podría hacer mucho; cuando es urgente, también le llegó a preguntar a mis compañeros que tal vez puedan saber un poco más del tema” (Luis Angel).

Sin embargo, encontró “más flexibilidad a la hora de hacer ciertas actividades […] autorregulación y autoeficacia” y logró aprender. Reconoce que: “nadie estaba, absolutamente, nadie, preparado para la Educación a Distancia.”

Alejandra coincide con Luis: la experiencia en pantalla fue difícil y extrañó la convivencia con los compañeros. Como jefa de grupo estuvo en comunicación con sus compañeros, “busca ayudarlos”.  Aprendió que las plataformas permiten comunicarse, pero “batallamos mucho con mantener la conexión, el internet; no todos tenemos los medios para estar comunicados”.

Luis culmina: “hay que imaginar la educación para que nos funcione a todos, aunque parezca algo casi imposible, pues yo creo que debería tratar de ser un poco más inclusiva con la gente que no tiene la disponibilidad o no puede acceder a las clases”.

Escucha a los Luis Angel y Alejandra

https://www.youtube.com/watch?v=fhoyYLI0wDs&t=6s

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