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Existe el riesgo de que las instituciones educativas y los educadores sigan la novedad, adaptándose a lo nuevo sin relacionar pasado, presente y futuro.


En consecuencia, se propone una formación como lugar de encuentro y conversación, como comunidad, que contribuya a que las maestras y maestros:

Se piensen como sujetos capaces de promover procesos de creación y resignificación cultural en la escuela, integrando la herencia cultural con los nuevos retos.

Sean sujetos independientes de modas.


Sin miedo a los conocimientos nuevos ni a la tradición, con capacidad de autoaprendizaje.


Comprendan la desigualdad y consideren su responsabilidad ética de construir un mundo común para sus estudiantes.


Impulsen proyectos propios y currículo vivos en las escuelas, recuperando saberes locales.


Con capacidad de integrar la mirada global con la local, la mirada multicultural y de género.


Orientados por la ética del cuidado para sí y para sus estudiantes


Animados con la lógica de la solidaridad y del trabajo colaborativo.


Para explorar las ideas presentadas:

¿Qué podrías hacer como docente en un territorio donde se discrimina a las niñas y a las jóvenes, por el sólo hecho de ser mujeres?

¿Cómo impulsar desde tu escuela y zona una formación orientada por las ideas de solidaridad y cuidado del otro?