
Toda obra de arte es hija de su tiempo, y con frecuencia es madre de nuestros propios sentimientos, Kandinsky. Exploremos la escuela como una comunidad de arte en diálogo con otras.

Actualmente hay muchos docentes que están intentando que el sueño de construir una escuela diferente se haga posible. El teatro, la música o el contacto con la naturaleza pueden contribuir a que el rumbo cambie, se avive el pensamiento crítico y se nutra la sensibilidad. ¿En tu escuela ya comenzaste a andar este camino?

En esta actividad se espera que hagas una revisión sobre las situaciones o aspectos de tu práctica docente que te gustaría dejar de lado y se propone un ejercicio para que lo hagas de una manera activa a partir de lo que se denomina “ignorancia activa”.

¿Qué tipo de cambios te gustaría ver en tu escuela o plantel? Una vida escolar distinta demanda ciertos olvidos, pero también conversiones. En esta actividad podrás identificar las áreas donde te gustaría expresar esos cambios que quieres cultivar.

Entre las concepciones del arte hay algunas que lo vinculan con la contemplación y la conexión del sujeto con la naturaleza. En esta actividad se espera que imagines cómo en el día a día escolar podrías lograr mediante el arte esta conexión interdependiente, empática y ética con la vida.

Una comunidad ocurre en medio de aquello que se adeuda al colectivo (Esposito 2003), que está pendiente por hacer, que incluye lo no logrado. La idea de resignificar la escuela supone pensar en la construcción de una comunidad escolar, a decir de Sennett “aprender a escuchar y a reaccionar entre sí incluso percibiendo sus diferencias más profundamente” (2000, p. 150).