Tener la experiencia de participar en comunidades de práctica constituidas en las escuelas, es una oportunidad inmejorable para contribuir a la mejora de la práctica propia y la de los otros.
En las comunidades de práctica se comparten preocupaciones y pasiones por lo que se hace. Y se aprende cómo hacerlo mejor a medida que sus integrantes interactúan regularmente.
Comunidades de práctica
Todas las personas pertenecemos a diversos tipos de comunidades: lingüísticas, políticas, religiosas… Un barrio puede denominarse «comunidad», pero no es una comunidad de práctica. Esta no es simplemente un conjunto de personas que conviven en algún lugar, sin embargo, los grupos que trabajan y se relacionan en esa comunidad, sí pueden ser llamados comunidades de práctica: el equipo futbol, la pandilla de niños, el club de lectores.
E. Wenger (2000) destaca tres elementos que poseen y caracterizan a una comunidad de práctica:
Compromiso(s) mutuo(s). Es lo que proporciona coherencia y dirección a las acciones de sus integrantes, que se comprometen y participan en actividades que les importan e imprimen significados similares a lo que hacen.
Propósito(s) colectivo(s). Todos están implicados en una mirada común, saben hacia dónde van y lo que quieren.
Repertorio compartido. Poseen usos del lenguaje similares, sentido del humor, historias comunes, saberes, formas de hacer, conceptos, actividades, símbolos, rituales, artefactos e instrumentos que la distinguen.
Las comunidades de práctica docente se desarrollan en complejos contextos de participación y aprendizaje. Constituyen equipos de trabajo que comparten preocupaciones y pasión por lo que hacen y, en esa medida, aprenden cómo hacerlo mejor interactuando regularmente.
Sin embargo, hay que evitar una imagen idealizada de una comunidad de práctica, En ellas también pueden producirse discrepancias y desavenencias. Puede haber celos y camarillas. Una comunidad de práctica no es necesariamente un remanso de paz ni una isla donde no existen relaciones conflictivas, pero el planteamiento de los desacuerdos es una forma de participación que hay que afrontar.
Fortalecer a los colectivos docentes como comunidades de práctica les permitirá construir aprendizajes comunes y potenciar la colaboración para la mejora educativa.
Artículos/Libros
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Wenger, Etienne. (2001). Comunidades de práctica: aprendizaje, significado e identidad.
Barcelona: Paidós.
En este libro se desarrollan los antecedentes, conceptos centrales y periféricos y las características de las comunidades de práctica.
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Castellanos García, M. A. E. (2017) “Las comunidades de práctica, como una estrategia para mejorar la práctica docente”
Revista de Ciencias de la Educación, ACADEMICUS. Volumen I, núm. 7, Oaxaca, México.
El artículo describe cómo las comunidades de práctica en la escuela facilitan la reflexión sobre el trabajo docente a partir de compartir experiencias y cómo el Consejo Técnico es un espacio para ello.
Disponible en: http://www.ice.uabjo.mx/media/15/2017/04/Art7_1.pdf
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López Yañez, J. et. al. (2011) “Comunidades profesionales de práctica que logran sostener procesos de mejora institucional en las escuelas”
Revista de Educación, 356. Septiembre-diciembre 2011, pp. 109-131
El artículo presenta los hallazgos de una investigación en escuelas.
Disponible en:
https://www.researchgate.net/publication/241700444_Comunidades_profesionales_de_practica_que_logran_sostener_procesos_de_mejora_institucional_en_las_escuelas/link/00b7d51caae35414d9000000/download
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