Para que docentes y directivos de educación básica y media superior que recién ingresan a esas funciones afronten los desafíos que implica la concreción del nuevo currículo resulta fundamental su apertura a construir en comunidad, concebida en dos niveles:

La comunidad escolar en la que se incluye el colectivo docente y,

La comunidad local entendida como el entorno inmediato de la escuela, que incluye a las familias y otros agentes.

Las nuevas propuestas curriculares plantean momentos que contribuyen al fortalecimiento de las comunidades, concibiéndolas como espacios de aprendizaje y de transformación de la educación y la sociedad, en un marco de reciprocidad e intercambio.

En la educación básica, la elaboración y puesta en práctica del programa analítico implica un proceso de contextualización y codiseño en el que lo curricular es producto del diálogo, la reflexión y el consenso de quienes integran el colectivo docente, en el cual es crucial la articulación de los saberes y experiencias de los que llegan y de quienes ya están ahí. Además, se trata de un proceso que trasciende lo escolar pues involucra la participación de estudiantes, familias y miembros de la comunidad local.

En la educación media superior, mediante el desarrollo de proyectos escolares comunitarios que articulen a diversos actores escolares y sociales para resolver en conjunto necesidades o problemáticas de la comunidad, lo que requiere fortalecer la autonomía de los docentes y el trabajo conjunto.

Ambas propuestas buscan abrir el proceso educativo para que las comunidades participen activamente en la vida escolar y a su vez que esta influya en la mejora de su entorno.

Desde la función que desempeña, ¿cómo puede contribuir a construir comunidad en el marco de las nuevas propuestas curriculares?