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Para concretar un cambio curricular en la escuela se requiere que todos participemos. Establecer acuerdos no es fácil porque cada persona tiene sus propias motivaciones, intereses, formas de pensar y hacer las cosas, además, el tiempo suele ser limitado propiciando que generalmente desarrollemos nuestro quehacer de manera individual.

 

Trabajar juntos implica superar varios desafíos, entre ellos destacan:

 

  • Crear un clima escolar favorable que fomente relaciones interpersonales cordiales y aproveche los espacios de intercambio y reflexión sobre las propuestas de cambio curricular.
  • Construir una visión compartida que contribuya a la cohesión y compromiso de la comunidad escolar en la toma de decisiones para la mejora, que ayude a comprender los propósitos que plantea el cambio curricular, definir lo que necesitamos cambiar y lo que se espera de cada uno en este proceso.
  • Impulsar la coordinación y comunicación entre los directivos y colectivos docentes para planear, implementar, dar seguimiento, retroalimentar y evaluar conjuntamente los cambios curriculares.

 

El trabajo colaborativo aporta múltiples beneficios, por ejemplo:

 

  • La invaluable experiencia de aprender unos de otros, fortalecer relaciones, construir sentido de pertenencia con la comunidad escolar e identidad colectiva.
  • El enriquecimiento de los saberes y conocimientos a partir del diálogo mutuo sobre las nuevas propuestas.
  • La oportunidad de integrar en la enseñanza diferentes disciplinas para que los estudiantes construyan aprendizajes significativos.

 

Los desafíos abren la posibilidad de reflexionar sobre nuestra participación. Al unir esfuerzos y valorar la diversidad de ideas y contribuciones podemos impulsar un cambio que impulse la mejora educativa y que beneficie a los estudiantes. Al respecto, Hargreaves y O’Connor, en su libro Profesionalismo colaborativo. Cuando enseñar juntos supone el aprendizaje de todos, plantean tres preguntas que cuestionan las prácticas ante los cambios y compartimos con ustedes: ¿Qué debemos dejar de hacer? ¿Qué debemos seguir haciendo?, ¿Qué debemos comenzar a hacer?

 

 

 

 

Texto

 

  • Andy Hargreaves y Michael T. O’Connor (2020). Profesionalismo colaborativo. Cuando enseñar juntos supone el aprendizaje de todos. Morata.

Los autores desarrollan en este libro la teoría y la práctica del profesionalismo colaborativo, el cual implica un enfoque colectivo hacia la mejora de la enseñanza y el aprendizaje en el que los educadores trabajan juntos para lograr metas comunes. Al trabajar en equipo, los maestros pueden compartir conocimientos, experiencias y recursos, lo que enriquece la enseñanza y amplía las oportunidades de aprendizaje para los estudiantes. También ofrecen estrategias prácticas para fomentar el trabajo en equipo en las escuelas, tales como establecer estructuras de colaboración, crear espacios para el intercambio de ideas y la reflexión conjunta, y promover la participación de todos en la toma de decisiones.

Este libro no se encuentra en línea, sin embargo, en el siguiente video, Hargreaves expone los planteamientos centrales del texto referido.

https://www.youtube.com/live/-EeY19CKS2A?feature=share

 

  

  • Vaillant, Denise (2005). Las reformas educativas y rol de docentes. Prelac. Protagonismo docente en el cambio educativo, (1) 38-51.

    https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000144666

En este artículo la autora busca ubicar la complejidad el rol de los docentes en los procesos de reforma educativa en América Latina. Se dice, y con razón, que los docentes son importantes en cualquier época, país o región, pero no deja de ser cierto que, en América Latina, es hoy imprescindible incluir el papel que juegan los docentes como una de las prioridades en la agenda de los gobiernos. Vaillant señala: “Por más que se actualicen las propuestas curriculares, por más que se implementen programas de mejora de equidad y de calidad y se descentralicen las modalidades de gestión, si no se reconoce en los docentes el factor central de cambio, éste no tendrá lugar.”