El arte nos hace recordar. Una obra artística puede preservar con colores, materiales, sonidos o palabras un momento único en la historia y hacer que no desaparezca. A la vez, nos ayuda a conectar con nuestras propias emociones y reflexiones. Al respecto, Alain de Botton y John Armstrong (2018) hablan del arte como camino de autoconocimiento:

 

No somos transparentes para nosotros mismos. Tenemos intuiciones, corazonadas, reflexiones vagas, curiosas emociones contrapuestas y sospechas que se resisten a una definición simple. Tenemos un estado de ánimo, pero en realidad no sabemos a qué se debe. Y entonces, de vez en cuando nos encontramos con obras de arte que parecen conectar con algo que hemos sentido, pero que nunca habíamos reconocido con claridad.

 

Alexander Pope identificó que una función fundamental de la poesía es tomar los pensamientos a medio formar y darles una formulación clara: lo que “a menudo se pensó, pero nunca se expresó tan bien”. En otras palabras, examinamos y elaboramos una faceta evasiva inaprensible de nuestro pensamiento, de nuestra experiencia, y nos vuelve mejor que antes hasta que, en última instancia, tenemos la sensación de que nos conocemos mejor. (p. 39)

 

Te invitamos a que pienses en una obra artística que te inspire a mejorarte a sí mismo y a tu práctica docente. Puede ser una imagen, música, poema, libro o película. Escribe la relación que observas entre lo que puedes y quieres cambiar y la obra artística elegida.

 

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El arte nos permite abrirnos a nuevas posibilidades para ver, ser y hacer. Te invitamos a que hagas más presente el arte en tu vida para recrearte como docente y construir con tus estudiantes y colegas una nueva escuela.

 

 

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