La pandemia replanteó el sentido de las prácticas pedagógicas y actualizó la concepción de escuela pública. La reducción de la convivencia impactó el desarrollo de las capacidades de lenguaje y pensamiento de los estudiantes.
En este contexto, el reto es formar estudiantes pensadores y lectores como condición de ciudadanía. La tarea debe orientarse por los rasgos que nos constituye como humanos.
Escucha a Rodolfo Ramírez, Segundo Ciclo de Especialistas Mejoredu-OEI, Panel 4.
El contexto de pandemia que ha derivado en nuevos rezagos obliga a pensar la formación como un camino para que los docentes reafirmen su autonomía y privilegien aprendizajes para desarrollar el pensamiento crítico y la toma de decisiones de los estudiantes.
El proceso se inicia con los docentes, fortaleciendo su autonomía e identidad.
Un cambio en la enseñanza requiere una transformación en el entendimiento del oficio y la formación docente.
Si la educación es el proceso para reconstruir el saber práctico a partir de la teoría, el quehacer docente debe centrarse en empoderar a los estudiantes para que creen su proyecto de vida. Para lograrlo, la formación debe propiciar la reconstrucción del saber pedagógico e incorporar la cooperación entre colegas a lo largo de la trayectoria docente.
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